Entrevistamos a Inma Martínez, coordinadora del Título Experto en «Sexología aplicada a la intervención social y educativa» de la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla).
Inma Martínez posee una amplia experiencia de trabajo con grupos en situación de desventaja o exclusión social, con mujeres en contextos de riesgo social y en la intervención con jóvenes. Es la socia fundadora de la cooperativa de interés social Insex, Iniciativa sexológica y Acción social, y coordinadora del Título Experto en Sexología aplicada a la intervención social y educativa.
Sobre la educación sexual
Desde hace algún tiempo se está hablando de la urgente necesidad de incluir la educación sexual en el curriculum educativo, ¿consideras que esta urgencia es síntoma del surgimiento de una nueva sensibilidad?
Más que responder a una nueva sensibilidad, responde a ciertos miedos y peligros que se nombran como “sexuales”. Miedos y peligros que, además, no son nuevos, aunque se vistan de modernidad.
El principal problema es que cuando se habla de sexo se habla de muchas cosas. Se reduce a placeres algunas veces, y a peligros, violencias y otras miserias la mayoría de ellas.
En función de la noción de sexo de partida se hará un tipo distinto de Educación Sexual, abordando, resaltando y omitiendo unos contenidos u otros. Si se parte de esa idea de sexo (de no-sexo solemos decir), la educación sexual quedará reducida a prevenir. Yo creo que es mucho más interesante cultivar y promover valores…
En el Título Experto partimos del mapa Hecho Sexual Humano como herramienta de estudio. Este marco nos permite una comprensión más global de lo que nos sucede como sujetos sexuados. Hablar de sexo desde este planteamiento es hablar de sujetos, de identidades, deseos, proyectos, convivencias… La educación sexual que deriva de aquí es bastante diferente a aquella que responde a las urgencias.
Decía Virginia Johnson hace casi medio siglo que la mayoría de las dificultades son consecuencia de una deficiente educación sexual. Proponía sustituir un sistema de valores ineficaz por otro válido, para librarnos del miedo, del trastorno y de la falsedad. Pero, ¿qué educación sexual nos lleva a ello?
Quizá sea más interesante cultivar y promover la diversidad de modos de ser, de sentirse, relacionarse, expresarse, etc. Y también de cuestionar el sistema de valores que dificulta el desarrollo de la teoría moderna de los sexos.
Intervención en contextos de exclusión
No suele ser demasiado habitual que se aborde la sexualidad de las personas usuarias de recursos y programas sociales, sobre todo, en aquellos contextos de mayor exclusión, ¿a qué crees que se debe?
Cuando se trabaja con sujetos que atraviesan determinadas situaciones de riesgo o exclusión social, la intervención suele estar determinada por las urgencias y la atención a necesidades básicas, focalizando la mirada profesional en los fenómenos que acontecen a los sujetos, en sus periferias y demandas inmediatas.
La inmensa casuística en la que pueden encontrarse estas personas, hace necesario encontrar un hilo conductor que posibilite la comprensión de estos fenómenos en cada sujeto particular con quien se interviene. En sexología, este hilo, que dota de coherencia a la intervención, lo encontramos en la centralidad del sujeto, en su biografía.
Algo que suele obviarse es que dichas biografías son sexuadas. Con frecuencia, el hecho de estar atravesando situaciones de riesgo o exclusión social lleva a pensar que la sexualidad queda relegada a un segundo plano. Sin embargo, si se parte de la sexualidad como la vivencia que cada sujeto hace del hecho de ser sexuado, no es posible desligar esas situaciones de la sexualidad, esto es, de la condición de ser sexuados y la vivencia y expresión propias y subjetivas que se hace de ello. Somos sujetos sexuados y no podemos no serlo, por lo que tampoco podemos obviar esta condición.
Las convergencias entre la intervención socioeducativa y la sexología nos tienden un puente para sortear la fragmentación, trabajando desde la centralidad de los sujetos y sus historias de vida particulares. Aunque en ocasiones se olvide, no intervenimos sobre los fenómenos que acontecen o rodean a los sujetos (prostitución, VIH, medidas judiciales, sinhogarismo, etc.) sino con los sujetos que viven esos fenómenos.
Convergencias
Podríamos decir que el carácter más innovador del título es la convergencia entre la intervención social y educativa y la Sexología, ¿es posible aplicar la sexología en contextos complejos?
Con frecuencia, esta tarea suele resultar ardua, incluso para sexólogos y sexólogas profesionales. Una cosa es la teoría y otra ponerla en práctica, sobre todo, cuando dicha praxis va más allá de contextos académicos.
Por ejemplo, uno de los trabajos en los que más he aprendido es cuando he sido Educadora de Calle. Educar en medio abierto es sumamente complejo, sobre todo, si entendemos que nuestro trabajo va más allá de dar paseos por el barrio y hacer actividades puntuales. La calle es un medio no institucionalizado pero con sus propias reglas, en el que, además, no tenemos a la población cautiva, no tienen porqué escucharnos si no quieren hacerlo.
Llevar la Sexología a la calle es una labor apasionante que requiere tener claro qué trabajar, cuándo, cómo y con quién. No podemos desarrollar acciones estandarizadas pues las personas no son estándares.
Nuestra experiencia en la aplicación del marco del Hecho Sexual Humano en distintos contextos, así como los más de 20 años de experiencia en intervención en todo tipo de realidades (menores en riesgo, drogas, prostitución, discapacidades, inmigración, etc.), nos han ido dando claves que facilitan la aplicación práctica de la Sexología.
Con este título pretendemos dar los conocimientos y herramientas necesarias para llevar la sexología a pie de calle, a terreno, para que cualquier profesional de la intervención social o de la educación pueda abordar el Hecho Sexual Humano en su campo, de forma coherente, ordenada y sistematizada.
Más información: Título de Experto en Sexología aplicada a la intervención social y educativa